Èsta es la segunda ópera de la trilogía romántica de Verdi (Rigoletto, Il Trovatore y La Traviata) con la que el compositor conseguía dar el paso definitivo a la fama tras los "años de galera", como llamaba el compositor de Busetto a su trabajo entre Ernani (1.843) y Stiffelio (1.850). Verdi "volvía" a un tema español tras Ernani y lo hacía con una obra del dramaturgo Antonio García Gutiérrez. Verdi volvería a basarse en un drama del gaditano con el célebre "Simón Boccanegra". Para su Trovador, confió la elaboración del libreto a Salvatore Cammarano, famoso libretista de Lucía di Lammermoor", pero su muerte obligó al de Busetto a contar con el joven Leon E. Bardare para finalizarlo.
La ópera se estrenó con bastante éxito unas semanas antes del fracaso de "La Traviata". Tras esta trilogía llegaron óperas cada vez más elaboradas: Simón Boccanegra (1855), I Vespri siciliani (1855) Un ballo in maschera (1859), La forza del destino (1862) y Don Carlo (1867) antes de llegar a Aida, una de los grandes referentes de la ópera. El estreno tuvo lugar el 19 de enero de 1853 en el Teatro Apollo
Acto I
Cuadro 1. Un grupo de criados al servicio del Conde de Luna está conversando cuando llega Ferrando, hombre de confianza de aquel, y les pide que estén alertas ante las ausencias del conde(All'erta!,All'erta!). Los criados, para hacer tiempo y evitar que el cansancio les haga mella, piden a Ferrando que cuente la historia del hermano perdido del conde y que éste busca aún. Empieza a narrar como una gitana ("Abbietta zingara"...Una gitana abyecta) se había adentrado en la habitación donde estaba la cuna del hermano del Conde y miraba al bebé; los siervos echaron a la gitana de la habitación, el bebé empezó a languidecer y, por ello, la bruja fue perseguida ( "la fattucchiera perseguiata"...la hechicera fue perseguida) y condenada a la hoguera. La hija de esta bruja tomó al bebé y se vengó quemándolo en la misma lugar en que su madre fue quemada. Sin embargo, como dice Ferrando, el padre, en su lecho de muerte, hizo prometer a su hijo, el actual Conde de Luna, seguir la búsqueda de su hermano puesto que aún creía que seguía vivo. Tras reconocer que sería capaz de reconocer a la hija de la maldita bruja a pesar de los años pasados, Ferrando desvela que, a veces, el alma de la gitana hechicera aparece en varias formas, lo que, añadido al tañido de las campanas de medianoche, produce un final de escena impactante .
Cuadro 2. Leonora está acompañada de Inés, persona que está a su servicio, mientras espera que aparezca ese desconocido que se presentaba en los torneos de forma misteriosa. El amor que Leonora muestra es sincero ("Tacea la notte placida"....Callaba la noche plácida) cuando evoca la noche en la que un trovador apareció en su vida...era el desconocido que aparecía en esos torneos. El temor de Inés recuerda en algo a esa Alice de Lucía de Lammermoor (que ya veremos dentro de un tiempo). Inés teme alguna desgracia que Leonora trata de negar con la cabaletta "Di tale amor ,che dirsi". Llega el Conde de Luna, también enamorado de Leonora, al palacio donde espera volver a verla. Cuando alcanza ese momento supremo de felicidad... aparece el trovador con su laúd ("Ma s'ei quel cor possiede"...Pero si posee ese corazón). Leonora, que desconoce la cara de su amado, ve a una persona en el jardín- el Conde de Luna- y lo confunde con su venerado trovador. Cuando Leonora y el Conde de Luna están abrazados, aparece el trovador ("Infida!") oculto con un yelmo. Ella reconoce esa voz y acude ante él pidiéndole perdón mientras que el Conde se va indignando por momentos. Le exige que se "descubra" y que revele su nombre ("se un vil no sei, discovriti!"...Si no eres vil, ¡descúbrete!) a lo que el trovador accede. Es Manrico, rival del conde de Luna en el apoyo al Rey de la Corona de Aragón. Cuando Manrico le exhorta a que llame a la guardia para que lo llevan al verdugo, el Conde de Luna le asegura que su fin está más próximo y desenvaina la espada a lo que responde también el trovador. Leonora trata de evitar el duelo pero el Conde está demasiado "encendido" ante tal desprecio de ella ("Di geloso amor sprezzato" ...De un celoso amor despreciado...) Es el inicio de un terceto intenso donde los sentimientos están contrapuestos, donde las voces se van entrelazando.
Acto II
Escena 1. Antecedente. En medio de la batalla de Pelilla se vuelven a cruzar los dos enemigos. En un combate anterior, Manrico pudo matar al Conde pero no lo hizo, dando valor al Conde junto a su escuadrón que, en esta batalla , le hiere. Manrico, malherido, fue encontrado por Azucena, la hija de la hechicera, que lo cuidó. Si hay una escena que ha encumbrado a "Il Trovatore" como ópera de gran popularidad, es ésta: el coro de gitanos "Vedi, le fosche notturne spoglie". El uso de la percusión - el martillo golpeando el yunque- y el más que célebre "Chi del gitano i giorni abella? La zingarella" - ¿quién embellece los días del gitano?¡La gitanilla!- han alcanzado cotas de difusión fuera del mundo operístico. La mirada de Azucena está perdida ante las llamas de la hoguera y canta ("Stride la vampa"... ¡Crépita la llama!). Cuando marchan los gitanos, quedan solos Manrico y Azucena y el trovador le pide que le cuente la historia funesta de la hechicera. La narración es sobrecogedora ("Condotta ell'era in ceppi"...¡¡La llevaban entre cepos!!) con especial acento en esa terrible "mi vendica!"-¡¡véngame!!- que se convertirá en el "leit-motiv" de esta ópera. La segunda narración le turba tanto que llega a revelar la verdad... ella había quemado en la hoguera que, en su tiempo fue para su madre, a su propio hijo. Sin duda, no dejará indiferente al lector este aria-racconto.
Manrico se sorprende ya que Azucena es su madre y esa historia que ha contado ella es inverosímil para él ("Non son tuo figlio?"...¿no soy tu hijo?) pero Azucena se disculpa y le pregunta si no fue una tierna madre para él, recordándole como lo recogió en Pelilla, malherido, y lo cuidó. Cuando la madre recuerda a su hijo porque no mató al Conde de Luna cuando lo tuvo en su mano, él rememora esa voz interna que le impidió matarlo ("Mal reggendo all'aspro assalto"... Resistiendo mal mi duro ataque). Es el inicio de un dúo breve, intenso, en el que ella le ruega que no le perdone al Conde si vuelve a encontrárselo en duelo mientras que él jura hacerlo. Un mensajero irrumpe con un documento para Manrico en el que le insta volver a Castellor para defender la ciudad. Pero lo que le lleva a desear marchar es la noticia de que Leonora tomará el velo (ingresará en un conento) ya que lo cree muerto. Es un texto leído pero que coge nuevos bríos cuando el tenor sabe de la intención de su amada. Los intentos de Azucena para evitar la marcha del trovador son infructuosos ("Perigliarti ancor languente"...Aún desfalleciente¡quieres exponerte al riesgo!) ante la intención de él: su amor por Leonora es más importante que unas heridas (Un momento può balenarmi!) y no quiere perderla. Es el mejor modo de culminar este cuadro.
Escena 2. Leonora está a punto de tomar el velo en el convento cercano a Castellor. Desconoce que su amado vive... y que el Conde de Luna, aquel malvado que osó retar en duelo a "su trovador", está muy cerca del convento con el objeto de raptarla. A pesar de tal carácter del conde, no hay que negar la belleza de ese aria "Il balen del suo sorriso" en la que el personaje muestra su amor por Leonora. La cabaletta siguiente, con apoyo de los soldados del conde, tampoco es de desmerecer (Per me ora fatale... non può nemmeno un Dio rapirmi a te) y que no decepcionará en esta ópera más cercana a Rigoletto que a La Traviata. Un coro de religiosas inicia el ceremonial de ingreso de Leonora. Cuando ella está dispuesta a ir al altar, irrumpe el Conde para raptarla... y Manrico, para salvarla. Es una escena ("E deggio...e posso crederlo?) que dejará marcado al que empiece por esta ópera por su riqueza musical que se percibe en cada momento de este final: una Leonora asombrada, un Conde indignado y un trovador dispuesto a amargar, una vez más, a su rival en la política y en el amor a Leonora.
Acto III "EL HIJO DE LA GITANA"
Escena 1. Estamos en el campamento del Conde de Luna, cerca de Castellar, con el objetivo de recuperar la ciudad. En escena, observamos un grupo de soldados que se preparan para el combate ("Or co'dadi ma fra poco"..."ahora con los dados"). La aparición breve de Ferrando sirve para espolearles de cara a la esperada victoria ("Squilli, eccheggi la tromba guerriera" ..."Que suene, resuene la trompeta guerrera"). Es un coro de los soldados en un tono cercano al marcial que le dejará huella. Sin embargo, el verdadero inicio del acto se produce con la llegada del Conde ("In braccio al mio rival!"..."En brazos de mi rival") recordando la noche del convento cuando el trovador le impedía raptar a Leonora. Irrumpe Ferrando para advertirle de que han detenido a una gitana que rondaba el campamento ante la extrañeza del Conde. Lo que hubiese supuesto un breve interrogatorio, se convierte, por intervención de Ferrando, en un suplicio para la gitana. El capitán fiel del Conde de Luna reconoció en Azucena a la hija de la hechicera condenada a la hoguera y la que raptó al niño. Cuando Azucena exclama por su hijo Manrico la felicidad del Conde es infinita ("Tua prole, o turpe zingara"..."Tu hijo,oh innoble gitana") mientras que Ferrando y los soldados piensan en la hoguera que encenderán para consumirla en llamas.
Escena 2. Están Leonora y Manrico en una capilla de Castellar para casarse. La escena tiene, sin embargo, una sensación alejada a la de la felicidad ya que el asalto a Castellar es cercano y es posible que la felicidad se vea retrasada por el ataque. A pesar de todo, el aria "Ah,si ben mio coll'essere" demuestra las grandes dotes dramáticas del compositor de Bussetto. Es uno de los mejores momentos de la ópera junto al aria comentada del Conde en el Acto II...por no hablar de su continuación y que dará lugar a otra escena célebre como es el "Di quella pira", cabaletta de Manrico, y donde expresa su deseo de salvar a su madre de la hoguera ya que Ruiz le ha comunicado que el Conde la tiene en su poder y tiene pensado llevarla a la muerte segura.
Acto IV "EL SUPLICIO"
Escena 1. Manrico ha sido detenido por las huestes del Conde de Luna y permanece preso en un calabozo en el Palacio de la Alfajería. Fuera permanece Leonora con Ruiz, el fiel compañero del trovador. Si Manrico dispuso de su aria y el Conde también, ella no podía ser menos y su "D'amor sull'ali rose"- Sobre las alas rosadas del amor- es un canto de esperanza y afecto hacia su amado que le dejará prendado como su posterior cabaletta "Tu vedrai che amore in terra" muestra lo que posteriormente sucede y que se resume en esa expresión ¡O al precio de mi vida tu vida salvaré o contigo a la tumba descenderé!. Pero no se puede olvidar el momento que media entre el aria y la cabaletta de la soprano porque el "Miserere" es una de las escenas que le dejará marcado con la voz de Manrico, desde su mazmorra, fuera de escena, con un ritmo pausado como si él siguiera cantando con el laúd mientras se oye un coro que pide piedad de una alma cercana al viaje sin retorno- "Miserere d'un'alma già vicina"-. La llegada del Conde, que no se ha fijado en la presencia de ella, y sus secuaces da inicio al dúo cuyo desenlace se verá en el último cuadro de este acto. La sorpresa del Conde se transforma en ira al saber que ella está ahí para clamar por la vida del trovador ("Mira d'acerbe lagrime"...Mira, de amargas lágrimas / ah! dell'indegno rendere"...De ese indigno... ). Cuando el Conde se niega a salvar la vida del trovador a cualquier precio, ella se ofrece por tal de salvarlo. El Conde accede feliz...pero desconociendo, en ese momento, que ella bebe de un anillo un veneno ("M'avrai, ma fredda, esanime spoglia"..."me tendrás pero fría, exánime...muerta".). El resto del dúo es un canto de "alegría" entre la felicidad del Conde por tenerla en su poder y la de Leonora por poder salvar a Manrico ("Vivrà....contende il giubilo"/"Tu mía,ripetilo")
Escena 2. En el interior del calabozo están Manrico y Azucena, condenados, en un principio, a morir. Su tono melancólico era de esperar, especialmente, en la hechicera evocando esos montes, la paz y la música del laúd. En ese momento, Leonora irrumpe con la noticia de la liberación de él...pero la felicidad no dura apenas . Cuando él habla de marchar juntos, ella niega esa posibilidad a lo que él acaba negándose a huir y reprochando el gesto de ella ("Ha quest'infame l'amor venduto") mientras ella sigue insistiendo en que debe huir. La escena es desgarradora: el trovador maldice a Leonora, ella le dice que no es hora de insultarla sino de rezar por ella. Manrico descubre que Leonora se ha envenenado y maldice el momento en que ofendió a ese "ángel" que prefirió morir por salvarlo. El conde asiste al final de Leonora y se queda asombrado por el gesto de ella ("Ah! Volle me deludere e per costui morir!..."Quiso engañarme y morir por él") mientras Leonora muere y Manrico queda desesperado con su amada entre sus brazos. El final es vertiginoso: el conde pide a sus secuaces que lleven a Manrico al suplicio (Sia tratto al cepo!...¡Que lo lleven al cepo!). Azucena pide detener la ejecución pero el Conde está demasiado indignado y, cuando el trovador es ejecutado, la gitana revela a aquél la cruel verdad y exclama exultante su venganza mientras que el Conde acaba horrorizado ante el cadáver de su hermano Manrico.
Conte di Luna - Robert Merrill
Leonora - Gabriella Tucci
Azucena - Giulietta Simionato
Manrico - Franco Corelli
Ferrando - Ferruccio Mazzoli
Inés - Luciana Moneta
Ruiz - Angelo Mercuriali
Rome Opera Orchestra & Chorus
Thomas Schippers, 1964
CD1 - - - - CD2
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